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Si hay algo poco valorado y oculto en este sistema en el que vivimos es el valor de lo maternal. Cualidades tan importantes para el sostén de la vida como la entrega, la disponibilidad, la generosidad y el amor incondicional son obviadas, menospreciadas y, como poco, nada nombradas. Esto hace que para la realidad que vivimos sean inexistentes a pie de calle.

Si en algo nos ha vencido el patriarcado a las mujeres es en ocultar tanto la maternidad (o sublimarla a la estética y al consumo), como valor conectado con la supervivencia de la especie humana, que hasta a las madres nos cuesta reconocer todo lo que hacemos para que nuestros hijos salgan adelante sanos y felices. Aquí conecto con mi madre, con mi yo madre, con la morbilidad materna que existe en hospitales, con las secuelas de los partos tan intervenidos, con la violencia obstétrica… Con todo lo que asumimos como «normal» a la hora de traer a nuestras criaturas al mundo y con nuestros cuerpos maltratados, mutilados y en ocasiones torturados… ¿Cómo es posible que esto siga siendo tan invisible?

Me impulsa fuertemente siempre el hecho de visibilizar este aspecto tan primordial de la vida y a la vez tan oculto. Teniendo en cuenta que la identidad se construye con lo que es nombrado, las mujeres nos encontramos después de parir con una realidad que nadie nos ha contado: una intensidad emocional que nos hace sentir vulnerables constantemente unida a nuestras heridas de parto, nuestra entrega a su alimento, al cuidado de su fragilidad, al cambio de identidad y al hecho de que desaparecemos del mundo «visible». 

La maternidad no es productiva y, por tanto, no es un valor que sea reconocido. Nadie sabe cómo duermes, cómo te sientes cuando tu bebé enferma, qué pasa en tu relación con tu bebé cuando eres juzgada, cómo sientes tu cuerpo tras un torbellino como el embarazo, el parto y la lactancia…

La realidad es que la maternidad es de dominio público pero muy pocas personas se acercan a preguntar si necesitas ayuda, más bien, los acercamientos son para realizar juicios y especulaciones sobre tu nueva vida. Pocas veces para poner una mano en la espalda y acompañar con la presencia amorosa y la ayuda doméstica.

Mama y bebe en brazos

Una madre sosteniendo a su bebé en brazos es un universo emocional extraordinario hecho de purito amor, entrega, protección y sostén constantes.

Una madre sosteniendo a su bebé en brazos es la supervivencia hecha de amor,

de tierra, agua,fuego y aire.

Una madre sosteniendo a su bebé en brazos es la más sublime imagen de la vida hecha milagro.

¿Podemos ponernos las gafas de VIDA y ver qué sucede en este

mundo simbiótico entre una madre y su bebé?

Yo siento que está tan profundamente arraigado por este sistema fratricida el abandono del mundo emocional de las criaturas como el de las madres. Un abandono totalmente perpetuado por las instituciones, la familia y la realidad social.

Pero, ¿quién vela por la integridad emocional de los bebés? Las madres. ¿Quién vela por la integridad emocional de las madres?

Que cada una sostenga su suspiro…

¿Dónde está el reconocimiento de cada consuelo, cada noche teta arriba y teta abajo, cada día de sostén y cuidado de la vida de un ser en crecimiento? Tantas caídas que abrazar, tantos rasguños que besar, tantas noches de fiebre, vómitos, cambios de sábanas y baños de madrugada…1011619_683233598371000_945084662_n

Sin embargo, yo creo que hay una madre dentro de nosotras, una madre que puede acompañarnos, guiarnos, abrazarnos, valorarnos y cuidarnos, a nosotras mismas y entre nosotras en tribu. Siento que esta cualidad de maternaje propio y ajeno no sólo es exclusiva de las mujeres. Siento el poder del maternaje unido al placer y al cuidado como fuente de transformación social y personal. Siento que podemos ser esa madre que queremos ser para nuestros hijos siéndolo primero para nosotras mismas y, de ahí, ese maternaje irá cuidando cada vez mejor de nuestros cachorrillos.

Mucho podemos sacar de este maternaje propio, de esta cualidad intrínseca de la vida, un mundo de consciencia y amor se abre en nosotras cuando practicamos el consuelo, el auto amor y el reconocimiento de nuestras virtudes y valores. Y así recuperar a esa madre que nos robaron a todos, traerla de vuelta para que nos ayude a nutrir espacios internos, llevarnos de la mano de la aceptación y empujarnos en el columpio de la vida.

La revolución está en esos momentos, en esos en los que conseguimos sostenernos y abrazar cada emoción que emerge y, así como con nuestras criaturas, podamos consolar y besar cada caída y cada rasguño de la vida.

Hay un PODER genuino en las madres

Hay una FUERZA gigante en nuestro cuerpo

Hay un OCEANO primordial de AMOR puro e incondicional

Y quizás sea eso lo que teme este sistema de creencias… que nos demos cuenta de este potencial materno, esta capacidad inconmensurable de preservar la vida por encima de todo.

Porque ¿qué haríamos sin las madres?

«La nuestra es una revolución silenciosa, amorosa y pacífica. Es una revolución doméstica en el sentido más sublime del término. Es un cambio cotidiano, permanente, cariñoso, tierno y compartido.

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Hacemos la revolución cada mañana cuando nos despertamos sudando envueltas en el cuerpo del bebé. Cuando la divinidad femenina se hace presente a través del alimento que ofrecemos. Cuando organizamos los rituales familiares de comida, baño, limpieza, orden, palabras, explicaciones nombradas, diálogos abiertos, comprensiones compartidas y sueños soñados. Cuando somos anfitrionas de las celebraciones. Cuando cada día compartido y cada noche de descanso forman parte de la nutrición afectiva. Cuando brindamos porque estamos vivos. Cuando el poder susurrante del agua nos adormece y el poder hipnótico del fuego nos vitaliza.

Las madres hacemos revolución cuando recuperamos los rituales ancestrales, cuando defendemos los espacios íntimos, cuando hacemos silencio, cuando recordamos que somos la tierra y que somos el cosmos. Cambiamos el mundo cuando conservamos el valor sagrado que tienen los pequeños actos de intercambio humano.»

Laura Gutman de su libro «La revolución de las madres»

Estos sentires van para tí, madre, mi madre, mi madre interna, mi bebé, mi niña, mi hija… Para todas las que me componen en mi, un linaje interno y familiar.

Que todas las mujeres encuentren el poder supremo de nutrir su vida con el amor y el placer con los que estamos programadas.

Que no haya más juicios sobre las decisiones que tomamos sobre nuestro cuerpo y nuestros bebés.

Que vivamos desde la alegría, la paz y el juego consciente.

Aprende a mirar dentro de ti

Si necesitas un descanso de tu inmensa labor como madre te propongo un viaje hacia tí misma para respirar, sentir, meditar y amar en plena naturaleza a la persona con la que convives a diario, esa Mujer gigante que eres.

Más información sobre los Retiros Terapéuticos para Mujeres pinchando aqui.

https://terapiasonidofemenina.com/2020/01/20/retiro-terapeutico-para-mujeres-semana-santa-2020/

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